Mezclar 150 ml de agua templada con una cucharada de azúcar (muy rasa) y un dado de levadura fresca. Disolver y dejar reposar 10 minutos.
Mientras, tamizar en el bol de la amasadora 225 g de harina. Agregar 1 cucharadita de sal y la mezcla de levadura (que ya habrá sacado espuma). Remover hasta que se integre, amasar un poco con la mano para terminar de mezclarlo todo bien, añadir 1 cucharada de aceite de oliva, remover de nuevo y amasar a máquina 10-12 minutos.
Engrasar un bol con un pelín de aceite. Enharinar una mesa, volcar la masa del bol de la amasadora a la mesa, echar harina por encima, amasarla un minuto más, formar una bola, ponerla en el bol aceitado, echar unas gotitas de aceite por encima (tal vez valga con los restos del bol) y dejar reposar en un lugar cálido durante 1,5 horas.
(Yo hoy por temas de tiempo la he dejado 45 minutos y me ha parecido que no se estiraba tan bien como el otro día...).
Se enharina de nuevo la mesa, se vuelca la masa del bol, se extiende (con cuidado de dejar los bordes gordos, si se quiere), se ponen los ingredientes que se quieran y se hornea a 230 °C (horno precalentado) en una de las posiciones más bajas (yo la puse en la segunda por abajo). La receta original decía que hay que poner el horno a la temperatura máxima que permita, pero a mí me da cosa...
En 15-17 minutos la tuve lista.
(No tiene muy buena pinta, pero estaba deliciosa).
La receta la he sacado de aquí, que está magníficamente explicada (el blog Calabaza con Bambú).